El espectro electromagnético podemos imaginarlo, con fines didácticos, como una regla graduada de un metro de longitud donde entre los 40 y los 60 cm. está el espectro de la luz solar, desde los 60 a los 100 cm. están las radiaciones radar, microondas, UHF, VHF, ondas de radio y las de longitud de onda extremadamente largas. Por el lado contrario, desde los 40 al extremo izquierdo de la regla están los rayos X, rayos gamma y toda la gama de rayos cósmicos, todos ellos ionizantes, es decir de alta energía y con capacidad para alterar moléculas como el ADN.
Centrándonos en esa franja que corresponde al espectro de la luz solar, nos encontramos:
RADIACION ULTRAVIOLETA: De 100 a 400 nanómetros (nm) de longitud de onda (λ).
RADIACION VISIBLE: De 400 a 780 nm.
RADIACION INFRARROJA A,B,C: De 780 nm a 1 mm y responsables del calor.
Ahora, convenientemente ubicados nos centramos en la radiación ultravioleta que recibe su nombre por estar en una frecuencia mayor que la de la luz violeta y por tanto invisible al ojo humano y se subdivide en tres tipos:
Ultravioleta C (UVC) entre 100 y 280 nm. Es absorbida por la atmósfera y por tanto llega muy poco a la superficie de la Tierra (Litosfera). Se usa en lámparas germicidas.
Ultravioleta B (UVB) entre 280 y 315 nm. Absorbida por la atmósfera, junto con la UVC es responsable de la fotoquímica de la capa de ozono.
Ultravioleta A (UVA) entre 315 y 400 nm. Menos dañina para el ADN se usa como bronceadora y en el tratamiento de enfermedades dermatológicas como la psoriasis.
A nivel ocular son de gran importancia por las potenciales lesiones que pueden provocar en las estructuras del ojo:
Toda la radiación UVA alcanza la retina. Casi toda la radiación UVB es absorbida por el cristalino, otra pequeña porción queda en la córnea y la restante alcanza la retina. La radiación con longitud de onda superior a 300 nm va directamente el fondo del ojo. De estos hechos podemos extraer las consecuencias que para las diferentes estructuras pueden tener:
CÓRNEA: Fotoqueratitis por UVB cuyos síntomas son: Sensación de arenas en los ojos, lagrimeo, fotofobia, enrojecimiento de párpados, etc.
CRISTALINO: Un cristalino joven transmite el 90% de la luz incidente. Con los años y la exposición reiterada a la luz se van formando sustancias fluorescentes y enlaces de las proteinas que lo constituyen, aumentando su coloración amarilla que actúa como un filtro eficaz de protección de la retina a partir de la segunda década de vida pero causan en su estructura catarata cortical y nuclear.
RETINA: Está protegida por la córnea y el cristalino de la radiación UV sin embargo pueden producir lesiones en:
Afáquicos (personas sin cristalino, generalmente por operación de cataratas a los que no se le haya puesto lente intraocular LIO. En la actualidad se hace el implante simultáneo de la LIO que lleva incorporado un filtro amarillo para emular la protección natural del cristalino).
Marineros o trabajadores muy expuestos a UV.
CONJUNTIVA: Existe una correlación entre el tiempo de exposición y la aparición de pterigium. Hay estudios que relacionan la pinguécula con las actividades al aire libre. Ambas lesiones suelen producirse en la parte nasal de los ojos. La pinguécula, más leve queda confinada hasta el limbo esclerocorneal, sin invadir la córnea. El pterigium invade progresivamente la córnea opacificándola en la zona de penetración adoptando una disposición triangular a modo de tirante e induciendo en ocasiones un incremento astigmático corneal. La razón de su aparición nasal se debe a la incidencia tangencial de la luz desde el limbo temporal y que alcanza una concentración de hasta 20 veces, hasta el limbo nasal. El camino inverso obviamente no se puede producir de igual forma por la presencia de la nariz. Por ello es más frecuente en posición horizontal y nasal del ojo.
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